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Desfiles de moda en París: Louis Vuitton, la imaginación al poder

Frente al inmenso transatlántico 103 en los Campos Elíseos reina el caos.

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Desfiles de moda en París: Louis Vuitton, la imaginación al poder

Frente al inmenso transatlántico 103 en los Campos Elíseos reina el caos. Una influencer activista Peta arenga a la multitud, hordas de jóvenes esperan la llegada de Zendaya y Félix, de Stray Kids (nueva estrella del Kpop). Los grandes clientes pasean a su perrito en una cesta de supermercado de diseño (Chanel quizás) y su collar Clou de Cartier pavimentado de diamantes. Su look, en cambio, es enteramente Louis Vuitton.

El fabricante de baúles, número uno del mundo en lujo, abre las puertas de este edificio en construcción de 22.000 metros cuadrados que albergará dentro de unos años su “universo”: según el panel de obras, una boutique, un hotel y un centro cultural. Espacio diseñado por Peter Marino. “Esta arquitectura es una de las primeras creaciones del Art Nouveau en París, en 1899”, explica Nicolas Ghesquière, director artístico de las colecciones femeninas. Es el primer gran hotel de pasajeros construido por la Compagnie des wagons-lits para la Exposición Universal de 1900. Y por tanto un destino perfecto para nuestro desfile: quería viajar por París y siempre me ha encantado el ambiente de los grandes hoteles. un poco misterioso, enigmático, con sus clientes que conocemos, de los cuales nos preguntamos quiénes son, adónde van. »

El diseñador francés ya había “limpiado el yeso” con éxito al exponer en 2016 en el hotel Heuzé de Vologer en construcción, que se convirtió un año después en la tienda LV de la plaza Vendôme, y en 2020, en pleno Covid, en el último piso de la Samaritaine. antes de su apertura. Este gran amante de la arquitectura ama el espíritu brutalista de las obras. Esta vez, la galería con sus inmensas bóvedas está cubierta con una lona naranja de los años setenta (polietileno reciclado que, por supuesto… será reciclado), en alusión al globo aerostático tan querido por la casa - recordamos la campaña de 2013 en Venecia con el Globo Monogram y David Bowie como estrella invitada. Al son de la música de la joven francesa Zaho de Sagazan (¡23 años!), los viajeros de Nicolas Ghesquière hacían escala en estos lugares llenos de historia y al mismo tiempo limpios de cualquier referencia arquitectónica gracias a estas lonas. Al igual que su vestuario, pura fantasía que recurre más a la iconografía de Wes Anderson que al aburrido y silencioso lujo. Aquí no se requiere vestimenta adecuada. Encontramos los códigos del diseñador, donde chocan referencias históricas, estampados trompe-l'oeil, romanticismo y extravagancia, folclore y uniforme.

Por otro lado, su silueta característica de “armadura” da paso a un look más fluido. “Quería aligerar los materiales, cuyo peso estudiamos y la construcción misma de la prenda, como estas chaquetas finas bordadas a modo de camisas. » Los primeros looks, vestidos que se ponen como una camiseta con cremallera lateral, combinan un top (chaqueta de cuero extrasuave, blusa a rayas “que evoca los tejidos decorativos de una habitación de hotel un poco anticuada”) y una falda a capas de muselinas lisas, seersucker y charmeuse. La camisa que sin duda le robó a su amante de paso no es de popelina sino de tafetán. Este sublime abrigo tipo albornoz con puños camiseros está tejido con una cachemira tan fina que se enrolla en la maleta. Una chica con pantalones plisados ​​a rayas de colchón se encuentra con una Lolita con una chaqueta de novio de color amarillo nacarado con trenza acolchada y una señorita con una chaqueta técnica de marinero (súper) y una minifalda con pliegues planos de raso de seda y poliéster. Una nueva versión del Alma (inspirada a su vez en la bolsa de lavandería de los viajeros de antaño), un bolso para cámara de cuero Monogram que se asemeja a un pase Leica bajo los flashes de los iPhone de las primeras filas.

Cerrando el desfile, los vestidos sastre que recuerdan a la chaqueta del chef son una loca innovación artesanal, una especie de tweed y pata de gallo reconstituidos en tejido de cintas de fibras técnicas bordadas con microperlas. “Con esta pequeña faceta de Andrée Putman, el uniforme de una mujer cultural”, continúa Nicolas Ghesquière, cuyas creaciones se dirigen a clientes como la diseñadora: inclasificables, iconoclastas y originales.

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