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“Blind Runner”: corriendo hacia el exilio

En medio de una escena vacía, dos almas solitarias frente a frente.

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“Blind Runner”: corriendo hacia el exilio

En medio de una escena vacía, dos almas solitarias frente a frente. Ella, activista y prisionera del régimen iraní. Él, libre como el aire, pero encerrado tras sus propias rejas, las del miedo y la paranoia. Aquí están en la sala de visitas, el único espacio de comunicación -bajo observación- donde la posibilidad de libertad -¿ilusoria? – a través de una apuesta loca: ir, para él, a correr un maratón en Francia junto a una joven ciega, víctima de un perdigones durante una manifestación. Pero la joven iraní tuerta (interpretada por Ainaz Azarhoush, que interpreta los dos papeles femeninos de la obra) querrá prolongar su viaje aún más, hasta Inglaterra, para pedir asilo cruzando los 27 kilómetros del túnel bajo la manga…

Tejida en torno a tres destinos, la obra Blind Runner, presentada en el marco del Festival de Otoño, es una inmersión en apnea en movimiento detrás de escena de la joven protesta iraní, entre la resistencia, la represión y el exilio. No podemos dejar de ver en él un eco ardiente de las manifestaciones del movimiento Mujeres, Vida, Libertad que incendiaron Irán tras la muerte, hace un año, de una joven de origen kurdo, Mahsa Amini, asesinada por la policía moral por una bufanda mal usada. Pensamos también en el incansable Narges Mohammadi, activista de derechos humanos encarcelado, Premio Nobel de la Paz 2023, cuyas misivas exfiltradas de la prisión de Evin lo dicen todo con estas palabras que desafían el silencio impuesto. Ninguna referencia, obviamente, a todos estos eventos.

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Pero la fuerza de esta obra, en la que el actor Mohammad Reza Hosseinzadeh interpreta el papel masculino, reside en su capacidad de sugerir sin nombrar nada, de hacernos deslizarnos en la carne y en el corazón de los protagonistas, con chándales y zapatillas de deporte en los pies, en esta Escenario refinado donde su imagen proyectada en las paredes, pero en un marco bien definido, amplifica la impresión de encierro y claustrofobia. Los diálogos son crudos y poéticos. Oscilan entre el humor, el amor, la angustia y la desconfianza. ¿Cuál es el significado del habla monitoreada? ¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad, cuando también tienes que esconder tu propia escoria para no preocupar a tu ser querido?

Así que aquí están, en este escenario sin adornos, embarcados en una maratón infernal donde sólo la carrera, y el aliento que ésta provoca, intenta mantenerlos con vida. Reconocemos claramente la mirada incisiva y transgresora de Amir Reza Koohestani sobre su país, su sociedad. El dramaturgo iraní de Shiraz, la ciudad de los poetas, nos tiene acostumbrados a estos frescos minimalistas: recordamos la conmovedora Danza sobre gafas, realizada en Teherán en el principios de la década de 2000 y luego representada en Europa, o su adaptación libre de la novela de Anna Seghers, Transit. Esta vez, en sesenta minutos perfectamente calibrados, emprende un ejercicio aún más vertiginoso de puesta en escena y puesta en abismo con la agudeza de un sociólogo y la precisión de un miniaturista.

“Blind Runner”, en el Théâtre de la Bastille (París 12), hasta el 20 de octubre. www.teatro-bastilla.com

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