Tener un billete de tren pero recibir una multa. Este percance le ocurrió a una joven de 18 años de Clermont cuando se preparaba para ir de vacaciones al País Vasco, informó el sábado 16 de septiembre el diario regional La Montagne.
La joven, que iba en primera clase de un TGV, recibió una fuerte multa del controlador porque en el billete comprado por Internet no figuraba su nombre y apellido, sino los de su madre. A pesar de las explicaciones de la Clermontoise y de los documentos enviados por su madre durante el control, el agente de la SNCF insistió en imponerle una multa de 330 euros, que podría haber aumentado a 380 euros si el viajero no hubiera pagado inmediatamente.
La normativa de la SNCF estipula que el billete debe estar a nombre del viajero y que éste debe poder demostrar su identidad en caso de inspección. “Al ser este billete electrónico personal, no puede ser transferido a un tercero. De este modo, permite evitar casos de suplantación de identidad y de uso fraudulento”, explicó la empresa de transporte a nuestros compañeros de La Montagne.
Con un billete inicial adquirido por 147 euros, el viaje a Biarritz le habrá costado a la familia 477 euros. Este último decidió impugnar el billete.