Tres miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos realizaron el domingo una inusual visita a una zona rebelde en el norte de Siria, controlada por facciones pro-turcas, constató la AFP sobre el terreno.
Joe Wilson, Victoria Spartz y Dean Phillips llegaron a un hospital de la ciudad de Azaz (provincia de Alepo) desde Turquía a través del paso fronterizo de Bab al-Salama, donde fueron recibidos por una pancarta con el mensaje "Bienvenidos a Siria libre", rodeada por banderas de la revolución siria.
"El objetivo de la visita era observar la situación en las zonas liberadas", dijo a la AFP Yasser el-Hajji, responsable de relaciones públicas del gobierno interino respaldado por Turquía.
“Aquellos que buscan normalizar y llegar a acuerdos con (el presidente sirio) Bashar al-Assad están lidiando con la muerte misma”, criticó el viernes el parlamentario Joe Wilson en X (antes Twitter).
Los cargos electos se reunieron con los huérfanos de la guerra civil que han matado a más de 500.000 personas desde 2011, antes de acortar su visita por razones de seguridad, indicó a la AFP un miembro de su escolta.
El grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) es el principal grupo activo en el último foco de oposición armada que comprende gran parte de la provincia de Idlib y los territorios limítrofes con las provincias de Alepo, Hama y Latakia.
También están presentes otras facciones rebeldes menos influyentes, respaldadas en diversos grados por Turquía.
"Para evitar cualquier controversia en Estados Unidos, optaron por no continuar hacia Jindayris, en los territorios controlados por HTS", según Rami Abdel Rahmane, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Dominado por la antigua rama siria de Al Qaeda, Washington describe al HTS como un grupo “terrorista”.
Según Abdel Rahmane, los parlamentarios “querían evaluar el trabajo del gobierno interino para estudiar la posibilidad de enviar ayuda humanitaria a través de Bab el-Salama en lugar de Bab el-Hawa”, controlada por HTS.
Según un mecanismo de la ONU desplegado en 2014, Bab al-Hawa fue el último cruce fronterizo con Turquía a través del cual las agencias de ayuda de la ONU podían canalizar ayuda humanitaria sin autorización previa del gobierno sirio.
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El 11 de julio, este mecanismo denunciado por Damasco como una violación de su soberanía no fue renovado, antes de que la ONU anunciara a principios de agosto un acuerdo con el régimen para mantenerlo durante seis meses a través de Bab al Hawa.
