Sébastien Lecornu, ministro francés de las Fuerzas Armadas, lanzó su advertencia desde el sur del Líbano, a pocos kilómetros de la frontera israelí. “El Líbano no necesita una guerra, por decir lo mínimo”, dijo el primer día de su visita a la Tierra del Cedro. Sin mencionar que esta guerra podría tener importantes efectos de escalada en toda la región”.
El Ministro de las Fuerzas Armadas se encuentra en el Líbano durante dos días. Su viaje finaliza este viernes con varias reuniones previstas, entre ellas la del primer ministro interino, Najib Mikati, y el jefe de las Fuerzas Armadas, Joseph Aoun. Oficialmente, Sébastien Lecornu, que ya había visitado Beirut el pasado diciembre, viene a conmemorar el 40º aniversario del ataque de Drakkar, ocurrido el 23 de octubre de 1983 y en el que murieron 58 paracaidistas franceses.
Extraoficialmente, este nuevo viaje de un responsable político francés es ante todo un pretexto para reafirmar el compromiso de Francia con la estabilidad del Líbano. “Una prioridad absoluta para Francia (…). El Líbano no necesita una guerra exterior mientras atraviesa una gran crisis institucional”, afirmó el ministro durante su viaje a Deir Kifa, en el sur del Líbano, en una de las bases de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano ( FPNUL). Unos 700 soldados franceses están desplegados allí como parte de la misión de paz de la ONU en la frontera entre Líbano e Israel.
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Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre, ha habido intercambios de disparos diarios entre las FDI, por un lado, y Hezbollah y sus aliados palestinos, por el otro. Estos incidentes ya han causado la muerte de 66 personas en el sur del Líbano, según un recuento de la Agence France-Presse, entre ellas cuarenta y ocho combatientes de Hezbollah. Según las autoridades israelíes, ocho soldados y un civil murieron en el lado israelí.
"En la frontera libanesa, la situación de seguridad se está deteriorando", se preocupa el ministro francés. En los últimos días, se produjeron disparos israelíes fuera de la zona de cinco kilómetros comúnmente aceptada en el marco de las “reglas de enfrentamiento” entre los beligerantes, mientras Hezbolá lanzaba un primer misil tierra-aire desde territorio libanés para eliminar un dron israelí.
La actual escalada, sin embargo, afecta a los 10.500 soldados de la FPNUL, que se encuentran atrapados en el fuego cruzado. Uno de ellos resultó gravemente herido durante una escaramuza en la región de Al Houla. El cuartel general de la Fuerza de Interposición, situado en Naqura, en la frontera, resultó dañado por la explosión de un proyectil. "Nadie tiene interés en poner a la FPNUL en una situación insostenible ya que nadie tiene interés en su salida", advirtió el ministro francés.
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Una llamada al orden mientras el creciente número de incidentes y el temor a la apertura de un segundo frente en la frontera libanesa empujan a ciertos países miembros de la FPNUL a considerar una reducción de sus misiones o incluso una retirada de sus soldados. “Las Naciones Unidas deben asumir la responsabilidad, en particular por el grado de protección de los soldados involucrados. Pero también es responsabilidad de los actores presentes a ambos lados de la frontera”, afirmó Sébastien Lecornu.
Antes de continuar: “¿No debería la FPNUL detener sus patrullas? No, todo lo contrario. Es ahora cuando necesitamos disuasión (que proporciona sobre el terreno, nota del editor) para evitar precisamente una escalada”. El discurso de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, que hablará este viernes por primera vez desde el inicio de la guerra, dirá si se han escuchado los numerosos llamamientos a la reducción de la tensión.
