Pensiones, hoteles, campings e incluso habitaciones en casas particulares: las ofertas de alojamiento en Francia están floreciendo a lo largo de rutas ciclistas, señal de un auge sin precedentes del cicloturismo, especialmente en Bretaña. Unos 22 millones de personas dicen que van en bicicleta durante sus vacaciones y el gobierno espera que Francia reemplace a Alemania como principal destino mundial para el cicloturismo.
Y el alojamiento es fundamental para apoyar el desarrollo de esta práctica que se está extendiendo por todo el país, con numerosas rutas de senderismo, especialmente en Bretaña. A lo largo de las carreteras bretonas, algunos buscan “buenas camas”, otros un camping porque “es más barato” o “una noche cálida entre dos vivacs”. Alexis Ehrart, un alsaciano de 25 años cruzado en Saint-Pol-de-Léon (Finisterre), en la Vélomaritime de Dunkerque a Roscoff, eligió como alojamiento: “campings municipales”. “Los campings reservan parcelas para ciclistas o excursionistas”, según el joven que viaja con su amiga Florence Willer, también de 25 años, “no son las mejores parcelas, pero sí las más baratas”.
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A pocos kilómetros, en el camping Odé Vras de Plounévez-Lochrist, Gaston Arnal y Yohan Wioland, los codirectores ofrecen "Cabanagences". En estas pequeñas cabañas de 5 m² de colores vivos, que se alquilan por 30 o 35 euros la noche, solo hay espacio para una cama doble, una mesita de noche con toma de corriente y espacio para guardar la mochila. “Compramos cuatro Cabantapes el año pasado y dos este año”, a 3.500 euros (IVA no incluido) cada uno, explica Gastón Arnal. Situado cerca de la ruta ciclista 5, que recorre la costa bretona, el camping está certificado "Accueil Vélo".
La etiqueta "Accueil Vélo" fue concedida por la asociación France Vélo Tourisme a 6.500 establecimientos en Francia, de los cuales casi dos tercios (64%) son alojamientos. Para obtener la etiqueta es necesario estar situado a menos de 5 km de una ruta ciclista, disponer de material (refugio para bicicletas, kit de reparación) o incluso de servicios adecuados (lavado y secado de ropa, alquiler de bicicletas). El camping Odé Vras también ofrece cenas y desayunos, así como una pequeña tienda de alimentación con barritas de cereales, sopas liofilizadas e incluso geles de ducha.
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Ty Monde, un bed and breakfast inaugurado en julio en Poullaouen, en los Monts d'Arrée, por Marion y Pierre-Baptiste Gélard, también lleva la etiqueta "Accueil vélo". “Está de moda”, explica Marion Gélard, de 36 años, que “promueve el turismo slow, el turismo verde, la naturaleza” y “la bicicleta forma parte de ello”. “Tengo al menos dos, incluso tres ciclistas por semana”, explica el propietario que alquila cinco habitaciones a 85 euros en esta antigua escuela renovada, a un paso de la Vélodyssée (desde Roscoff en Finistère hasta Hendaya en los Pirineos Atlánticos) y la vía verde (de Roscoff a Concarneau).
Acaban de llegar cinco ciclistas de unos sesenta años. Una salida “entre amigos”, según Jean-François Dubroca, jubilado “del banco”, originario de Châteauroux y designado portavoz del feliz grupo. La vivienda, “la elegimos un poco por casualidad”, explica. “Vemos qué albergues o campings hay que puedan alojarnos”, añade el ciclista, que remite no obstante a las direcciones que le ha facilitado su guía Routard en la Vélodyssée. “Una buena ropa de cama es importante. Hacemos 80 kilómetros al día, así que hay que dormir bien por la noche”, explica.
En Saint-Pol-de-Léon, Loïc, de 43 años, que no quiso dar su apellido, acoge gratuitamente a los cicloturistas a través del sitio Warmshowers en su casa, a dos pasos del mar y de la Vélodyssée y la Vélomaritime. A veces vienen “para pasar una noche cálida entre dos vivacs”, pero “es más que una simple habitación”, explica Loïc, “es un poco como hacer autostop, la idea es pasar un buen rato juntos”.
